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Adela
Sánchez Medina y Raúl Aviña Calderón, son una pareja que ha permanecido durante más de 50 años juntos, han
sobrevivido diferentes obstáculos durante el transcurso del tiempo para poder
formar la familia Aviña
Sánchez.
Entre fotografías enmarcadas y canciones Adela recuerda el momento
cuando se conocieron en su lugar de origen en una fiesta alrededor de los años
60.
“Yo lo
conocí cuando yo tenía 15 años en una fiesta, ya ves que se juntan de muchas
partes yo era de rancho y era la fiesta
del 12 de enero de Ecuandureo, le
hablan a uno muchos muchachos y se usa que dan flores te avientan muchas
lluvias, serpentinas y yo me lo encuentro, y ya ves que a uno le gusta lo más
tremendo, dimos la vuelta y fuimos a los juegos, quedo de venir a verme pero en
un año nunca vino”.
Cupido los flecho ese mismo día,
sin embargo el destino los hizo esperar para estar juntos y Adela jamás perdió
las esperanzas de volver a ver aquel hombre que le había robado el corazón a
los 15 años”.
“Al siguiente año volví a la fiesta, y allá miré a
unas muchachas y les pregunté por él, y les dije se llamaba Raúl y me dicen “ya se casó”, será Raúl Naranjo y se acaba de casar y
pensé pues ni modo, al año siguiente en la fiesta se me arrima y le digo retírese
por que usted ya es casado y él me juraba que no, quería ir a la iglesia para
jurarme que no estaba casado”.
Raúl y Adela fueron educados dentro de una cultura muy conservadora en la que estaba
prohibido cualquier clase de contacto físico antes del matrimonio, lo que
orilló a la pareja a casarse.
“En la fiesta esa fuimos al cine, y me agarró la mano y yo dije ya no
soy señorita y ándale que yo me sentía tan comprometida y tenía mucho miedo de
casarme con él y me fui porque mi papá ya era duro con nosotros y yo pensé que
si me iba a pedir me medio mataba, antes había mucha delicadeza me fui con él,
el 4 de marzo el 11 me case al civil y el 31 a la iglesia”.
Fueron buenos tiempos para la pareja, la llegada de su primer hijo
reforzó el amor que sentían y tiempo después llegaron otros dos, sin embargo
dentro de cualquier relación siempre hay obstáculos.
“El fue
bueno, era borracho, vago lo que tú quieras pero él era bueno conmigo, aunque
ya después asistió en estados unidos y nos mandábamos cartas, antes cual
teléfono eran puras cartas y cada mes iba y venía la carta y así vivíamos
felices, con respeto aunque estuviera uno solo decía mi mamá que era más
delicada una mujer casada que se tenía que cuidar más que una muchacha”.
El tiempo pasa rápidamente y las cosas cambian, pero para Adela el amor que siente por su marido
jamás ha cambiado a pesar de que jamás celebraron un San Valentín pues él le
demostró día con día cuanto la quería”.
“Para ir a
mi rancho no entraban camiones, tenían que atravesar el cerro por el otro lado
y buscar la entrada caminando, él cuando nos volvimos a ver ya contaba el año
desde el año pasado y me dijo, ya somos novios, nos casamos rápido nos vimos en enero y en marzo nos
casamos”.
Después de 52 años de matrimonio, cientos de recuerdos, hijos y familia,
lo único que queda de acuerdo con Adela,
es la satisfacción de hacer las cosas
por amor y entregarse a una persona desinteresadamente.
“Yo les
aconsejo a todas las muchachas cásense por amor no por interés, porque
casándose por amor aguanta uno todo,
como yo”.
El día de San Valentín es celebrado mayormente en América con la
finalidad de que las parejas refuercen los vínculos sentimentales que los unen.
Viviana Cervantes

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