martes, 11 de febrero de 2014

A 51 años del fallecimiento de Marín Ramírez

Martín Ramírez

Los colores, lápices y algunos pedazos de tela fueron el medio de expresión para Martín Ramírez, un pintor mexicano considerado uno de los grandes del siglo XX quien murió un 12 de febrero de 1963.

Sus obras han sido expuestas en los principales museos de New York y Manhattan ya que se consideran de un estilo único e irrepetible, pues Martín era esquizofrénico y sus obras de arte fueron hechas a modo de terapia médica.

Tepatitlán, Jalisco es su lugar de origen; nació un 30 de marzo de 1895. Provenía de un padre campesino y una madre hogareña de la región de los altos, le gustaba el campo y los caballos, sin embargo a los 35 años decidió viajar  a los Estados Unidos en busca de una mejor calidad de vida.

En ese país encontró estabilidad económica y emocional, se convirtió en padre de cuatro hijos y trabajaba en una empresa ferroviaria, sin embargo la bolsa de valores de New York quebró y en México la revolución cristera había afectado a gran parte de su estado de origen, lo que ocasionó que  Martín entrara en una profunda depresión.

Su familia se fue alejando de él; debido a sus temperamentales cambios de humor fue internado en un hospital de California en donde se le diagnostico esquizofrenia, depresión aguda y psicosis.

Intentó escapar varias veces pero jamás lo logró, así que comenzó a dibujar para distraerse de sus problemas. En 1993, conoció Tarmo Pasto, un médico interesado en investigar los dibujos que hacían las personas con problemas mentales, el talento de Martín era evidente.

Sus obras están compuestas de líneas horizontales y verticales simulando una tercera dimensión, los colores amarillo, azul, morado y verde eran sus preferidos y jamás se olvidó de Jalisco pues siempre dibujaba algo representativo como los sombreros, caballos o algún maguey.

A pesar de que Martín vivió de la mitad de su vida en hospitales, sus obras han alcanzado un gran reconocimiento artístico y un valor de cuarto de millón de dólares, ya que son considerados verdaderas obras de arte.

Viviana Cervantes






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