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La
banda toca mientras un cortejo fúnebre recorre las principales calles de Ocotlán, familiares y amigos despiden a
los llamados “Guerreros”, que fueron
abatidos durante un tiroteo en el Rancho
El Sol, en Tanhuato, Michoacán.
Al
frente de las decenas de personas que acudieron a la celebración eucarística,
una manta con la leyenda “Adiós a todos
los Guerreros, te extrañarán tus
familiares y amigos” y después, la carrosa, una camioneta Lincoln Navigator
blanca de modelo reciente, seguida de dos camionetas Cheyenne rojas con coronas
de flores, una enorme fotografía de uno de los que fallecieron y su féretro de
madera con una cruz al frente.
La
banda no deja de tocar música sinaloense, las deudas lloran su pérdida y los
amigos cierran los puños en señal de rabia e impotencia ante la forma en que
los asesinaron.
Personas
cercanas a los fallecidos afirman que todo fue una venganza por lo sucedido el
pasado 19 de marzo en Ocotlán, donde
supuestos miembros del crimen organizado tendieron una emboscada a elementos de
la Gendarmería de la Policía Federal y donde resultaron
muertos cinco agentes de la dependencia. Fueron los mismos que participaron en
aquel tiroteo en la colonia Mascota de
Ocotlán, quienes debido a la fuerte
seguridad que hubo en el municipio tuvieron que buscar refugio en el estado de Michoacán.
A
través de las redes sociales, en los grupos de Facebook de Ocotlán, decenas de familiares y amigos expresan sus
condolencias y cuestionan el actuar de los elementos de seguridad, debaten
entre las fotografías donde los cuerpos aparecen sin armas; las palabras “inhumano,
masacre, injusticia y emboscada” revolotean en los cientos de comentarios que
usuarios anónimos dejan al alcance de todos.
De
vuelta al panteón municipal de Ocotlán, la banda sigue tocando, son las
mañanitas, era el cumpleaños de uno de los 42 muertos. El olor a flores frescas
perfuma la atmósfera del reciento que pocas veces se ve tan lleno de
personas: sólo el 2 de noviembre y el día de las madres logra superar la
asistencia de este 26 de mayo.
Basta
recorrer el pasillo principal del campo santo para contar 17 tumbas nuevas
llenas de coronas de flores, en todas, un listón con la leyenda “Que Dios los tenga en su santa… AG”, así,
en plural.
La
banda calló y los amigos y la familia salen del panteón, a buscar un refugio en
esta ciudad que también calla por las noches desde aquel 19 de marzo, en esta
ciudad que vive la inseguridad desde las entrañas de los hijos, los padres, los
nietos y los sobrinos que hoy ya no están.
Víctor Muro
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