lunes, 1 de junio de 2015

Marchan por "Los Guerreros" de Ocotlán



Con veladoras, listones blancos, ropa negra y los ojos hinchados de dolor, llegaron las madres y las abuelas de los ocotlenses abatidos en el Rancho El Sol, en Tanhuato, Michoacán, a la marcha convocada por Facebook para exigir justicia y pedir el esclarecimiento de la forma en que 42 hombres murieron a manos de fuerzas policías federales.

Un listón blanco cubre la boca de las madres y a las esposas que con rabia e impotencia gritan para sus entrañas que lo que le pasó a sus hijos fue una masacre. “No tenían derecho de matarlos como lo hicieron, no fueron perros, fueron personas”, aclara una de las mujeres que camina al frente de la marcha cargando la misma lona que utilizaron en el sepelio de uno de los llamados “Guerreros”.

Durante el recorrido silencioso por las avenidas de Oxnard e Hidalgo, los familiares que marchan reciben miradas de asombro, otras de indiferencia y pocas de rechazo, todas dolientes, todas penetrantes, todas con preguntas; las deudas no las sienten, su dolor es mayúsculo y su atención se concentra en sostener el brazo de alguna otra mujer que también sufre la pérdida de su esposo, de su nieto, de su hermano o de su hijo. 

El punto final de la marcha es la Plaza Principal de Ocotlán, ahí, los manifestantes se plantaron frente a la Presidencia Municipal para gritar “justicia, justicia”, nadie los escuchó, sus reclamos enmudecieron ante el estridente sonido de la Banda El Pueblito, quienes formaron parte del evento de cierre de campaña del candidato del PRI a la alcaldía de Ocotlán

El rumbo cambió y la marcha se dirigió hasta el altar de la Parroquia de El Señor de la Misericordia, ahí adentro, las veladoras de cada uno de los allegados a los fallecidos formaron una cruz en el suelo de mármol del templo; las madres y las abuelas se abrazaron y lloraron juntas ante los pies de una figura de Cristo y la mirada atónita del señor cura por la irrupción de los manifestantes. 

Las personas se dispersaron, pero el dolor y la impotencia siguen retenidos en los ojos de quienes no paran de llorarle a sus hijos y nietos, los mismos que advierten que seguirán protestando hasta que las autoridades les digan la verdad que ellos quieren escuchar, hasta que la justicia sea capaz de secarles las lágrimas.

Víctor Muro
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