miércoles, 21 de septiembre de 2016

Crónica: La tradición que esperan los ocotlenses, la entrada de los gremios ya llegó

Como cada año en Ocotlán, el 20 de septiembre se realizó la ceremonia tradicional del desfile de la entrada de los gremios para conmemorar las fiestas en honor al Señor de la Misericordia. La marcha contó con gran convocatoria de la ciudadanía que se dio cita para observar la peregrinación, ya no se podía cruzar al otro lado de la calle tan fácilmente; también se presentaron los tradicionales carros alegóricos de los gremios, en donde se  interpretaban algunos semblantes del prodigio; además del acompañamiento de danzas autóctonas  y bandas para dar más colorido a la ceremonia.
Foto: Humberto González 
Cada año la tradición es celebrada y conmemorada en Ocotlán, los días 20 de septiembre luego de la aparición del prodigio ocotlense ocurrido el 03 de octubre de 1847. En esta ocasión el párroco del templo del Señor de la Misericordia, Antonio Olivo Sepúlveda, decidió que la salida del desfile fuera a la altura de las vías del tren, en el cruce de las calles Luis Moya y Manuel Enríquez.
Se hicieron las cuatro de la tarde y la gente comenzó a arribar a las calles principales para ver el desfile. Algunos llegaron a la zona donde apartaron su lugar un día antes con las sillas, mientras que otros arribaron de manera imprevista y se posicionaron en una zona apta para presenciar cómodamente la ceremonia.
Hubo lugares para todas las familias: las banquetas fueron saturadas con sillas, bancos y cubetas donde las personas pudieron sentarse y ver el desfile a su gusto; otros decidieron estacionar sus camionetas junto a las calles continuas para colocarse en la parte trasera del vehículo; los descuidados que no apartaron su lugar ni llevaron un banquillo consigo tuvieron que ver la ceremonia de pie; mientras que otros aprovecharon el balcón, las ventanas y las azoteas de sus hogares y negocios para observar desde las alturas sin que alguien más les obstruyera la vista.
Dieron las cinco de la tarde en punto, entonces comenzaron a instalarse los ocotlenses en sus respectivos lugares porque escucharon las alarmas de la ambulancia y la banda de guerra que indicaban el inicio de la peregrinación. Antes y durante el desfile las personas aprovecharon la circulación de los comerciantes para adquirir golosinas, juguetes para los niños, confetis, botanas, y sobre todo helados de sabores para mitigar el calor.
Los espectadores se fueron preparados con sombreros y sombrillas para protegerse de los rayos solares, ya que en algunos puntos de la ciudad el sol pegaba de frente y era incomodo presenciar el desfile. Tan sólo en la calle Oxnard, en el tramo que va de la calle Hidalgo hasta Obregón se contabilizaron 81 sombrillas y 48 sombreros en la acera donde no había sombra.
Foto: Martín Navarro.
Al inicio se presentaron diferentes grupos de danza de 15 a 20 miembros que fueron constituidos por niños, adultos y personas mayores de edad, y enseguida de ello inició la etapa que los asistentes esperaron durante 20 minutos: el desfile de los gremios.
Empezaron a llegar los carros alegóricos y con ello también llegaron los aplausos de los espectadores. El ambiente se alegró y comenzó a percibirse la sensación de fiesta. Las personas bailaban al son de la música de las bandas, ya sea con familiares, amigos o con los mismos músicos. De manera inesperada a los integrantes de los gremios les arrojaban un puñado de confetis en sus cabezas, que era lanzado por alguno de los familiares o amigos, y por supuesto, el acto genera sonrisas en quienes observaban cómo los lanzaban.
La ciudadanía aprovechó las pequeñas pausas cuando se detenía la ceremonia para cruzar las calles e ir a comprar algo de beber para hidratarse, o algunas botanas y alimentos para disfrutar el desfile mientras comían. También aprovecharon las pausas para hacer uso de sus dispositivos móviles y se tomaron algunas selfies y fotografías con familiares e integrantes de los gremios.

En la etapa final los gremios avanzaron hasta la plaza principal y enseguida llegaron a la parroquia para irse de rodillas desde la entrada hasta donde se encuentra el altar y así concluir su recorrido al hacer el debido juramento al Señor de la Misericordia.
Martín Navarro.

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