viernes, 18 de marzo de 2016

Secuelas del enfrentamiento en la colonia Mascota, Ocotlán

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A un año del enfrentamiento entre elementos de la Gendarmería y delincuentes del crimen organizado en la colonia Mascota, las cicatrices aún están visibles. Basta con mirar las casas del barrio. Sobre la calle Manuel Martínez, aún hay fachadas con  los hoyos hechos por los impactos en las paredes y puertas. Algunos vecinos taparon las huellas de las balas con mezcla, pero aún se distinguen ya que continúan sin pintarse. Otros, incluso, han cubierto los agujeros con imágenes de la virgen de Guadalupe.

Las casas de las calles 2 de Abril y Luis Verdía, lugar donde comenzó el tiroteo, están adornadas con moños negros e imágenes religiosas. La señora María, a quien nombraremos así para proteger su identidad, es una comerciante de la zona, comentó que su domicilio recibió cerca de 140 impactos. Los disparos dejaron las paredes cual panal de abejas, destruyeron vidrios, aparatos y muebles.

La señora María relató que alrededor de las nueve de la noche comenzó el tiroteo. Cuatro patrullas circulaban por la zona, cuando intentaron detener a un sujeto, que sacó un arma y empezó el enfrentamiento, cuenta esta vecina. El boletín de la Comisión Nacional de Seguridad, informó que fueron una decena de vehículos con personas armadas que disparaban a los elementos de Gendarmería.

Los vecinos entrevistados cuentan que pronto buscaron resguardo en sus propios domicilios, tal es el caso de José Manuel Alvarado Garnica, quien regresaba a su hogar luego de hacer algunas compras. Al escuchar las detonaciones, se protegió en su casa con su familia:

“Estaba una persona disparando de Verdía hacía la vía, entonces vi que eran balazos con armas de grueso calibre, lo que hago inmediatamente es cerrar las puertas, meto a mis niñas y  a mí esposa hasta el fondo de la casa. Se seguían escuchando muchas detonaciones, ya no nada más era una pistola, me atrevo a decir que eran más de 20 personas disparando al mismo tiempo. Mi niña la más grande, me pregunta: papi, ¿a qué hora van a meterse a matarnos a nosotros?”.

Manuel Alvarado, dijo que estuvo escuchando disparos cerca de una hora. La señora María, estuvo resguardada en su hogar hasta cinco horas. Las casas y los autos afectados por la balacera, tenían agujeros casi del tamaño de una pelota de golf, algunos de esos hoyos aún permanecen.

La señora Jimena, seudónimo que utilizaremos para mantener su anonimato, no ha podido reparar los pozos que tiene su puerta, pues es de acero y el gobierno únicamente dio mezcla para resanar las paredes. Además, Jimena dice que no tienen el dinero suficiente para reconstruir su entrada, por lo que ha tapado las marcas con cinta adhesiva.

“En la herrería y en los vidrios eso todavía no, eso todavía sigue igual, no lo hemos repuesto. Esto sale caro, por ejemplo las puertas son de hierro, no sé cuánto salga, porque si tiene varios (balazos), así que eso no. El gobierno tampoco no nos dice nada”.

La señora María cuenta que entre ella y otros vecinos de la zona que acudieron juntos al gobierno municipal, solicitaron apoyo en diferentes ocasiones pero nunca recibieron ayuda. María invirtió alrededor de 20 mil pesos para arreglar las afectaciones.

Algo similar ocurrió con Manuel Alvarado, que tras el combate, los tiros dejaron su camioneta totalmente deshecha. El gobierno municipal le dijo que no los apoyaría, no obstante el gobierno federal se comprometió a reponerle el vehículo al 100 por ciento, sin embargo nunca lo recuperó.

“La camioneta Explorer recibió 48 impactos, me la dejaron destruida. Tuvimos que ir a la PGR a Guadalajara en varias ocasiones, se nos dijo que ya habían mandado el recurso a Ocotlán, que se nos iba  arreglar, que habláramos con el presidente que nunca nos dio la cara para nada”.

Manuel Alvarado, decidió abandonar su domicilio a los 22 días después de aquel combate, rentó su hogar y se fue a vivir a la casa de sus padres con su familia, cambió de estilo de vida, buscó otro trabajo y otra escuela para sus hijos.

No sólo las marcas de los balazos de hace un año siguen presentes en la colonia Mascota, sino también la sensación de inseguridad. Varios de los colonos no quisieron ser entrevistados por miedo, otros, incluso negaron haber vivido en la zona en aquel tiempo. Jimena, cuenta que su percepción de la seguridad en el municipio cambió desde aquel suceso:

“Después de eso si pasa el ejército, los militares, se queda uno más asustado, dices: algo paso. Con el tiempo dejaron de dar rondines y ya, pero luego ves camionetas militares y dices ay no que habrá pasado”.

Los habitantes de la colonia Mascota, organizarán una misa que se oficiará este viernes, por parte del párroco del templo de San Antonio, esto en honor a las víctimas inocentes que fallecieron en aquel enfrentamiento.

Natalia Martín del Campo / José Diaz



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